Esta experiencia educativa afronta un momento difícil al ser retirada su principal fuente de financiación. A la luz de esta situación, el artículo propone una reflexión sobre los modelos de atención a la infancia que necesita la sociedad. La escolarización no es la única respuesta a las necesidades latentes de las familias y la Administración debería comprender que la prevención educativa es una inversión, no un gasto.