Es necesario establecer una reflexión permanente sobre el quehacer y la cotidianidad de nuestra tarea educativa como docentes. Debemos reflexionar, pensar la educación para que no se reduzca a un acto mecánico, repetitivo y, ante todo, con el fin de confrontar, con sentido crítico y creativo, los contenidos que llevamos a clase. Un buen maestro es ante todo reflexivo, crítico y en ese mismo sentido debemos formar a los estudiantes. En esta perspectiva, se trata de formar para la participación ciudadana, desarrollando potencialidades en los jóvenes como el análisis y la argumentación. Los aforismos de este escrito ponen el énfasis en estos aspectos.