En algunas de sus novelas, Herman Hesse describía una provincia utópica llamada Castalia, en la cual se cultiva la notable tradición de un juego "casi indescriptible" en cuya disciplina, se cifraba una entrega espiritual y desinteresada al conocimiento del Universo. Las Normas, el alfabeto y la gramática de este juego, expresaban los contenidos y resultados de todas las ciencias (las artes entre ellas), y podían colocarlos en impensado diálogo de asombrosas fecundaciones.