En el paso de los mass media a las redes sociales, emerge la figura del prosumidor, un ciudadano que produce y consume códigos en una nueva cultura expandida y saturada de imágenes e iconos. En ella, el papel de la escuela 2.0 debe ser mediar entre los múltiples sujetos de aprendizaje, cultivar modelos culturales autóctonos y salvaguardar la biodiversidad de estos modelos.