Las empresas con mayor orientación al cliente consideran la satisfacción como un elemento estratégico. Este concepto se integra en la gestión de negocio y ubica al cliente como centro de atención tanto a medio como a largo plazo, mejorando la relación desde diferentes ámbitos de actuación. Éstos se definen por cuatro retos: la multicanalidad, el cliente interno y externo, la venta asistida y la experiencia de compra.