El autor apunta cuatro recomendaciones para abordar un problema ético: hablar más de pluralismo moral y menos de interculturalidad; asumir que la aceptación del relativismo cultural no conlleva la aceptación del relativismo ético; introducir la ética aplicada en el ámbito educativo, y finalmente, comprender que la mejor manera de resolver problemas indeseables es no alentarlos.