Corren tiempos en los que la escuela debe alzar la mirada, abrir las ventanas y las pertas, escuchar a sus comunidades, mirarlas, hasta lograr que los intereses y necesidades de esa gente que la habita se transformen en su razón de ser. Este artículo se propone repensar la relación familia-escuela desde un lugar de movimiento dialectico y para ello, abordar conceptos fundamentales como el de autoridad o el del conocimiento, que deberían repensarse, siempre desde el contexto socio histórico.