La educación Superior ha incrementado, en un corto periodo de tiempo, el número de docentes, de alumnos, de títulos, incluso de organismos que la imparten. Ello comporta una profunda transformación que sus protagonistas viven con perplejidad y desconcierto. Se formulan, en este contexto, algunas reflexiones necesarias: ¿Puede la Universidad estar aislada del sistema productivo? ¿Qué papel tiene la Educación Superior en el desarrollo del capital humano de un país? ¿Quién la financia?