Recorren el pueblo para descubrir la riqueza de sus construcciones y del patrimonio industrial relacionado con la fabricación de la loza. Se fotografían en un lugar que les gustaría conservar y en otro que querrían cambiar. Y, entre todos, elaboran un mapa emocional que intenta recuperar la memoria, analizar la situación actual y planificar el futuro, todo desde una perspectiva medioambiental.