La maestra lee en voz alta un capítulo de Platero y yo mientras el alumnado la escucha o la sigue en sus libros. Y así cada día durante todo el curso. En lugar de abordar fragmentos de varias obras, se propone la lectura de un único título, de forma colectiva; en el aula comentan y entre todos construyen su significado. La lectura se convierte en una experiencia real, compartida y cotidiana.