Han pasado más de diez años desde que la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, y el camino de revisión de los libros litúrgicos, en la línea trazada por el Concilio, está llegando a su fin por lo que se refiere al trabajo de la autoridad central. Queda todavía una parte notable de la actividad propia de las Conferencias Episcopales para traducir a las varias lenguas los libros renovados y promover la aplicación según el espíritu pastoral que ha inspirado y animado la obra de la reforma; un camino todavía largo y no falto de dificultades, sobre todo porque se trata no solo de la aplicación de las normas a seguir, sino sobre todo de realizar un cambio de espíritu y de mentalidad.