¿Hemos renovado y profundizado suficientemente la mariología? ¿Hemos utilizado las enseñanzas bíblicas, tradicionales y magisteriales para leerlas y confrontarlas con la situación histórica de nuestra fe de hoy? La respuesta parece sencillamente negativa con raras excepciones- y merece la pena primero reconocerlo y, después, hacer un esfuerzo por salir de esta situación. A ello desearían contribuir estas sugerencias que vamos a exponer a continuación y que, en ningún momento, pretenden ser definitivas.