En toda verdad revelada, que proclama la Iglesia, hay que distinguir tres elementos: la realidad o suceso revelado; su conceptualización humana y la formulación humana de tal conceptualización. La Revelación queda restringida a lo primero. Lo segundo y tercero es obra humana y como obra humana sujeta a perfeccionamiento y a un a cambio radical. Dicho cambio en la conceptualización y formulación es a veces no solo conveniente sino necesario. En el elenco de verdades reveladas son muchas hoy las verdades que están exigiendo nueva conceptualización y nueva formulación de acuerdo al avance innegable de las ciencias, sobre todo, humanas.