La presencia de los cristianos en la ciudad no es una situación adquirida y posiciones que antiguamente parecían ajenas o incompatibles con la vida cristiana, deben ser hoy ocupadas por aquellos que, siendo Iglesia, permaneciendo fieles a Cristo, están comprometidos con la dimensión temporal del Reino de Dios. Y la dimensión temporal del Reino de Dios coincide con el espacio de la cultura, donde el cristiano debe actuar como levadura y elevar la masa de la historia