Han pasado 10 años de Puebla, 20 años de Medellín. La Iglesia se ha visto enormemente enriquecida por estas dos conferencias, ha visto éxitos y fracasos. Muchos no han asimilado las líneas señaladas en estas dos reuniones, otros han abusado de los términos que acuñaran Medellín o Puebla y de un modo sobre ideologizado han tratado de justificar ansias revolucionarias. Unos y otros se han olvidado que Puebla fue un llamado a la conversión interior a crear hombres nuevos para que se realicen estructuras nuevas.
