La primera crisis que haya experimentado la Iglesia de los apóstoles, crisis gravísima, fue una crisis de inculturación. El cristianismo debía romper los lazos judíos, librarse de su crisálida hebrea, para poder abrirse a todas las culturas. Sin perder su identidad, el cristianismo tenía que aprender a amoldarse primero a la civilización helenística, luego a la romana y a todas las demás. La inculturación es un proceso ineludible, es de todas las épocas.