La reciente conmemoración de los 500 años de la primera evangelización de América Latina ha levantado muchos interrogantes en tomo a la acción misionera de la Iglesia. Las lecturas de este acontecimiento se pueden reducir a tres: 1) postura de rechazo total, 2) actitud triunfalista y 3) visión crítica y esperanzadora. Me ubico en esta lectura tercera, reconociendo las luces del proceso de evangelización, para dar gracias a Dios, y las sombras, para pedirle perdón y enmendar los errores.