En nuestro continente latinoamericano y caribeño, se hace evidente por el pluralismo religioso, la necesidad de dar pasos significativos en el diálogo con las religiones tradicionales y con aquellas expresiones que se encuentran por todo el mundo. Este diálogo y acercamiento interreligioso ha de guardar ciertas condiciones esenciales, tanto en la formación de agentes, como en su realización, para no provocar daños en las comunidades.