Se nos suele presentar generalmente a San Ignacio, como un ser bastante lejano. Un ser de otro siglo y de otra época. Es evidente que no pocos aspectos, como sucede a todo hombre, depende del ambienta en que le tocó vivir. Pero nuestro santo, en contra de lo que pasa con los seres de poca personalidad, supo en múltiples momentos imponerse a las circunstancias, desentenderse de los factores ambientales, y con intuición de genio, estructurar principios y realizar consignas de perenne actualidad.