Era genial, era bella y apasionada. Demasiada esencia para un frágil envase. De allí que su alma fue como un bracero, que la inquietud mantuvo permanentemente encendido. La vida de Juana de Asbaje fue como un romance suave, arrullador, acompañado de música con sordina; pero en el que se guarda un suplicio tantálico, el suplicio de una sed incolmable, mas tan interior, tan recóndito, que sólo lo supieron las fuentes y los manantiales.