Hace un par de años, a fines de 1957, Moscú señaló nuevas consignas al partido comunista en las regiones hispanoamericanas. Estas se reducían prácticamente a romper el aislamiento que un exceso de confianza en sus propias fuerzas hubiera producido y abrirse hacia una política de unificación de las distintas corrientes políticas que pudieran trabajar sobre la ancha base del antiimperialismo, concretando "naturalmente" el imperialismo en el norteamericano.