"La fuerza Armada es apolítica y no puede deliberar en asuntos del servicio". Así reza en parte el postulado constitucional que el militar de alta acepta, se le impone, y jura cumplir bajo un compromiso de honor ante el estado, el cual paradójicamente, va hacer descansar toda su acción política en última instancia sobre un conjunto de hombres uniformados que institucionalmente se apropia para aumentar así su poder. Con semejante respaldo armado, el conjunto de órganos, normas, instituciones y aparatos que conforman el Estado, van a convertirse legalmente en todo un imperio dirigido y conducido por personas gobernantes que ante sus yerros y aciertos, "el brazo armado del pueblo" no puede según mandato legal, ni siquiera comentar...