A partir de 1976, Guatemala conoce un periodo de crecimiento económico cuya expresión más simple serían las altas tasas de incremento en el producto total, que alcanzaron un 7.6% en 1976 y un 8.4% en 1977. Este crecimiento coincide con un periodo de elevados precios del café en el mercado en el mercado internacional, y con una multiplicidad de nuevos fenómenos relacionados con el terremoto del 4 de febrero de 1976, y el posterior proceso de reconstrucción. La tentación de vincular el crecimiento a la característica de la coyuntura, no solamente encuentra puntos de apoyo reales en una serie de indicadores económicos, sino además corresponde a la visión tradicional de la economía guatemalteca: buenos precios para el café, buenas perspectivas económicas...