La época contemporánea se caracteriza, entre otras cosas, por la creciente aceleración del tiempo histórico de las sociedades que se enmarcan en ella: es una época en la cual ya no se puede vivir en función del pasado, sino que se debe actuar en función del futuro. Los acontecimientos suceden con tal vertiginosidad que los viejos esquemas estereotipados se rompen en mil pedazos ante la realidad.