El autor, que es el actual Presidente de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos), comienza presentando el horizonte en el que se mueve hoy la vida religiosa en este Continente a la luz de la identidad de la misión de la vida religiosa consagrada: su pasión por el Reino, su defensa de la vida, su compromiso con los pobres, su solidaridad a toda prueba. Señala luego las prioridades de la vida religiosa en América Latina y el Caribe, al comentar las experiencias de un hermano joven, de una hermana mayor y de un grupo de religiosos en la línea de la intercongregacionalidad a partir del Espíritu. Se detiene finalmente a comentar las experiencias de identidad y pertenencia en una reflexión bien lograda. Concluye con la presentación de la vida religiosa como un don y una tarea para la Iglesia y para la sociedad.