A partir de la renovación eclesiológica impulsada por el Concilio Vaticano II y el Magisterio Latinoamericano, particularmente el de Aparecida, el autor presenta tres principios eclesiológicos esenciales para impulsar la Nueva Evangelización que todo plan Diocesano de Pastoral ha de tener en cuenta. El artículo nos invita a no perder de vista la gracia que impulsa el quehacer pastoral de la Iglesia, en donde el Espíritu es protagonista y donde la conversión pastoral y la oración son elementos indispensables para una pastoral fecunda, dado que la evangelización no es solo una cuestión de método y contenido. Establecido el primado de la gracia, al autor enfatiza que un Plan diocesano de pastoral debe estar abierto al diálogo permanente con la cultura y a los desafíos que presenta, a fin de favorecer la inculturación de la Buena Nueva. Finalmente, nos recuerda que tanto la institución como el carisma son dimensiones constitutivas de la Iglesia, principio que da un adecuado horizonte a la presencia de los religiosos en la diócesis y a la relación que ha de mantener con los nuevos movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades.
