La guerra y la crisis son el signo actual de la vida en Centroamérica. Y nada podría ser tan desfavorable para los intereses de una transición democrática. La crisis y la guerra son formas exacerbadas que combinan sus efectos de desorden, empobrecimiento y violencia. La experiencia regional es que en un clima de terror, odio e intolerancia tienden a reforzarse aún más los valores autoritarios. Esta situación se volvió intolerable y la crisis política se ha traducido en una crítica armada al poder tradicional.