El problema de El Salvador no es el programa de ajuste estructural aplicado por el gobierno actual, ni tampoco si el programa ha producido resultados positivos o negativos. La pregunta es mucho más radical, qué ha hecho el gobierno para sentar las bases de un desarrollo económico sostenible a largo plazo y para que la mayoría de la población participe de los beneficios de ese crecimiento en el corto plazo.