Ignacio Ellacuría acuñó de manera explícita este término, “el mal común”, en unos apuntes de clase que quedaron inéditos, pero se trata de un concepto fundamental para entender su obra en todas sus dimensiones (teológica, filosófica, política, religiosa) y, muy especialmente, el espíritu de su legado1. “El mal común” no es, por tanto, un concepto marginal. Es un concepto central o, mejor dicho todavía, es el término que expresa el contraste histórico decisivo para Ignacio Ellacuría, a saber, el contraste entre la negatividad de la realidad generada por la actual estructuración de la realidad histórica y la realidad que debería ser, prevista desde un horizonte de plena positividad.