Dentro del proceso de reconstrucción social y económica es importante reconsiderar el papel de la escuela tradicional en cuanto formadora de ciudadanos para una democracia y de la fuerza de trabajo necesaria capaz de adaptarse a las exigencias de la informática de alta tecnología. En este contexto, la autora discute un modelo para formar capital humano como condición indispensable para cualquier reforma educativa exitosa.