El Estado de derecho se sustenta en la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. El parlamento figura, independientemente de la interdependencia entre unos y otros, en la cúspide de la pirámide democrática. En este artículo, Martínez Pañete fustiga el modo en que la teoría es "llevada" a la práctica en El Salvador, donde la Asamblea Legislativa no cumple, en algunos casos por la misma ambigüedad de la Constitución política, con las funciones de supervisión y regulación que le comprenden.