La globalización nos enfrenta a una reforma de salud inspirada por el Banco Mundial que tiende al individualismo y a la privatización de los servicios, los cuales serían ofrecidos y cumplidos según la capacidad de pago del demandante o limitados a "servicios básicos" insuficientes para quienes no pueden pagar. Aunque se podría optar por una reforma que ofreciera y cumpliera esos servicios de manera universal y que los financiara solidariamente, ambas opciones exigirían superar muchos defectos y construir ciertas precondiciones para evitar el fracaso.