Esta reflexión nos permite conocer la verdad histórica y humana -conocimiento que es fundamental para la fe, aunque hoy día estemos asistiendo a su deshistorización- y la verdad de Dios. Un terremoto crucifica a su manera, pero ante todo muestra la vulnerabilidad mayor y englobante de los pobres. Ante estos hechos, es normal que en una catástrofe las personas se remitan a Dios, es decir, que en Él se busque algún “sentido” para que el terremoto no exprese sólo muerte, destrucción y absurdo. ¿“Dónde estaba Dios”? “Dios estaba en el terremoto manteniendo la esperanza”. Es la esperanza que siempre mantuvo monseñor Romero y que siempre ofreció a los demás. En estos días resuenan sus palabras: “Sobre estas ruinas brillará la gloria del Señor”.