Este trabajo aborda uno de los efectos colaterales relacionados con la migración, poco identificados en los estudios conocidos sobre las dimensiones del fenómeno. De manera particular, este artículo se refiere a las implicaciones emocionales y sociales de la separación, valorando el vacío que se produce tanto en el hijo o la hija que queda como en el padre o la madre que se va, poniendo en perspectiva desde el ángulo comunicacional sus temores (des)esperanzas y expectativas. Las historias sobre las truculentas amenazas que rodean al migrante en su ruta hacia Estados Unidos constituyen el espejo donde los jóvenes empiezan a ver, tal vez de forma más intuitiva que racional, algo que está cambiando su forma de ser y de proyectarse en el grupo y la comunidad.