Las elecciones legislativas y municipales de 2015 en El Salvador y la cadena de acontecimientos que rodearon los pasados comicios deberían marcar un punto de inflexión respecto al curso que ha tomado la democracia electoral dos décadas después de la reforma política planteada en los Acuerdos de Paz. Los pasados comicios han puesto al desnudo la fragilidad de la democracia electoral construida en el país y los riesgos que para la estabilidad política entraña la persistencia de las debilidades y los vicios del actual sistema político.