Este ensayo sostiene que la izquierda debe ser ponderada a partir de sus realizaciones prácticas para promover un izquierdismo que asuma críticamente su pasado. Así como el progreso ha supuesto empresas que prometen civilización, pureza racial o crecimiento económico para consumar sus holocaustos, la izquierda ha consumado los suyos olvidando o incluso triturando los derechos más básicos de los individuos históricos en nombre de la construcción del hombre nuevo. La situación real de esos individuos debe ser el criterio del escrutinio crítico de las aventuras de los socialismos históricos.
