Los niños dependen de sus educadores. En un sentido positivo esto significa que adquieren conocimientos, emociones y aptitudes sociales en un entorno protegido. Sin embargo, también significa que de todo puede ir mal entre los educadores y el niño. El maltrato infantil es muy frecuente. Sí es verdad que los números suelen variar, dependiendo de la definición que se maneja para la violencia física, el abandono y el abuso sexual. Como término medio, al menos un niño de cada diez es víctima (Draijer, 1990). Probablemente esto aún supone subestimar los datos de forma importante. Muchas investigaciones demuestran que a grandes grupos de niños no se les reconoce, injustamente, como víctimas de malos tratos, pues no responden “a los criterios” de las definiciones jurídicas demasiado limitadas.