Para empezar, siempre podemos y debemos afirmar que otro mundo y otro sistema económico son posibles. Podemos afirmarlo, ya que se trata de un hecho histórico y social, en la medida en que toda forma de sociedad y toda economía –al igual que las restantes instituciones humanas– está ubicada históricamente, tiene un principio y un fin. Además de ser una constatación de hecho, debemos proclamar siempre que otro mundo es posible, pues olvidarlo significa absolutizar el sistema vigente. Y los sistemas sociales que son tratados como absolutos o se proclaman como tales diciendo que no hay alternativas a ellos, se convierten en ídolos y exigen siempre sacrificios de vidas humanas.