Cuando despertamos al misterio que nos rodea, a su belleza y su violencia, nos preguntamos por qué estamos aquí. “Pareciera como si se nos hubiera dejado precisamente aquí... y nadie sabe el porqué”. Y así es. La mayoría de las religiones tratan de sugerir respuestas a esta pregunta, que es terriblemente difícil. Una cuestión más inmediata, en cierto modo más fácil, es la siguiente: ¿Dónde estamos? Como Annie Dillard sugiere, “nuestra intención originaria”, tal como prueba el interés de un niño que se sorprende por todo, es “explorar las cercanías... descubrir dónde está la razón por la que hemos sido tan llamativamente dejados, aun cuando no podamos saber el porqué”.
