Tal vez la crisis más grave que
una institución puede sufrir es la de creer que no está en crisis. Así, al
no estar preparada para afrontar la vida de la organización en la
época en que ahora se encuentra, sus líderes corren el riesgo de suponer que una cultura organizativa propia de tiempos pasados puede
todavía influir de forma efectiva. La suposición de que una organización estática puede continuar siendo útil en una cultura dinámica no
sólo es peligrosa, sino que es evidentemente incorrecta. No obstante,
este tipo de inconsciencia de una organización no es algo nuevo.