En la historia reciente de los encuentros entre cristianos y musulmanes se ha empleado la noción de “religiones abrahamíticas” de un modo demasiado general. En este artículo intento demostrar que tal concepto tiene más derecho a una existencia autónoma del judaísmo, del cristianismo y del islam que otras denominaciones de trasfondo teológico. Al mismo tiempo, de un análisis más detenido resulta que el recurso a Abrahán plantea cierto número de problemas. Aquí trataré de dos: la presencia de ciertos aspectos violentos en los relatos referentes a este patriarca, y el hecho de que el símbolo “Abrahán” siempre funciona en un determinado contexto donde incluye a unos y excluye a otros.