El objetivo de este artículo no es tomar partido en los actuales debates intelectuales sobre el absolutismo y el relativismo o sobre el relativismo y el pluralismo. De hecho, el estudio moderno de la historia de las religiones, el advenimiento de la conciencia histórica, la creciente toma de conciencia de las variables culturales y el pensamiento posmoderno sobre la “diferencia” han contribuido, cada uno a su modo, a sacudir las tradicionales posiciones absolutistas en las tradiciones religiosas y especialmente en el cristianismo. Las reflexiones que presento se sitúan en otro plano, a saber, en el intento de ver cómo la misma fe cristiana está enraizada en un nivel más profundo de realidades, que se nutren del espíritu relativista. Podemos, por tanto, hablar sinceramente de un relativismo cristiano.