El budismo se introdujo en Corea desde China en el siglo IV. Corea estaba entonces dividida en tres reinos: Koguryo, Paekje y Silla. Contó con la ayuda del Estado, y su influencia en la vida de los coreanos fue la misma que la del chamanismo y el confucionismo, que eran las religiones dominantes en la sociedad coreana. Las pruebas de su influencia pueden verse en las pinturas murales de antiguas tumbas, como, por ejemplo, en la Primera Tumba de Jangcheon o la Tumba de Muyong, donde aparece la procesión y veneración de monjes y fieles, o el mural con espléndidos lotos, que son el símbolo del budismo. Los otros vestigios que reflejan la influencia del budismo son las numerosas imágenes de Buda esculpidas en piedra que se encuentran en las Montañas del Sur de Kyeongju. Tanto las pinturas como las esculturas indican que el budismo formó parte importante de la cultura coreana.