Una lectura no ingenua de los textos neotestamentarios exige que comprendamos el lenguaje metafórico y nos familiaricemos concretamente con las siguientes metáforas: despertarse del sueño de la muerte y levantar/alzar del suelo, elevar/ascender a quien había descendido a lo profundo, ascensión al cielo, aparición, tumba vacía. Su función consiste en comunicar una realidad y una experiencia que sobrepasan los confines de nuestro mundo humano y expresan acontecimientos de la esfera divina que sólo son alcanzables con los ojos de la fe. No encontramos ninguna descripción de lo que sucedió a Jesús; solamente lo hará el evangelio apócrifo de Pedro en el siglo II (9,34ss). En realidad nos encontramos ante lo que no puede describirse, ante lo inenarrable.