Todo sistema de creencias tiene unos textos referenciales que registran los acontecimientos fundantes de la propia tradición. Mediante el relato, primero oral y luego escrito, una comunidad de fe se autocomprende a sí misma. Los textos sagrados son un punto de llegada y un punto de partida. Son punto de llegada porque, aunque se retrotraen a los orígenes, son redacciones muy posteriores a los episodios que describen. Son hechos interpretados, teologizados en un momento determinado, lo cual requiere un proceso de maduración y de autocomprensión de la fe. Se fijan como escrituras sagradas que, a partir de ese momento, devienen punto de referencia ineludible para las siguientes generaciones y quedan como referentes para partir hacia nuevos horizontes de sentido.