El interés teológico pastoral de este texto radica en el reconocimiento de los pobres-otros, sean cristianos o no, más allá de la esfera civil, en el ámbito religioso de los múltiples cristianismos. Los pobres-otros no son únicamente destinatarios de la salvación universal en Jesucristo, sino también portadores universales de la revelación de Dios. Este reconocimiento no es algo ajeno a la normatividad del cristianismo, por lo tanto una medida estratégica o táctica para defender la causa de los pobres y, en América Latina, la de los pueblos indígenas, sino que es inherente a los imperativos del Evangelio.