Las semillas del conflicto entre Israel y Palestina se sembraron hace ciento cincuenta años en Inglaterra. Estas semillas no habrían dado fruto algo si no hubieran caído en ese lugar determinado (Gran Bretaña) y en ese momento específico (mitad del siglo XIX). Gran Bretaña era el lugar apropiado porque cincuenta años después iba a ser la superpotencia que dominaría Palestina. Y el siglo XIX era el momento adecuado porque en este tiempo surgió un floreciente nacionalismo europeo que sostenía que cada nación debía tener su propia tierra y ejercer su identidad en su propio Estado.