En este artículo examinaremos la crisis global provocada por el sida mediante la doctrina social católica, y viceversa. La doctrina social, fundada en la dignidad de la persona, el bien común y la opción por los pobres, ofrece una sólida base sobre la que podemos defender los derechos de todos cuantos padecen el sida. La interdependencia entre la persona y el bien común nos ofrece una gran cantidad de razones para combatir la pobreza, la falta de acceso a la atención sanitaria, la opresión de las mujeres, la promiscuidad y la drogadicción por vía intravenosa, que son las principales causas que extienden el VIH y el sida. Por otra parte, sin embargo, la crisis global protagonizada por el sida presenta toda una serie de desafíos a la ética social católica. Ésta ha de repensarse de modo que suministre una respuesta al sida y las políticas sobre el sida que sea realmente global y efectiva, y que potencie a las personas y las comunidades que están afectadas.
