La creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26-27) tiene un importante valor antropológico que ha sido objeto, desde la antigüedad, de diversas reflexiones teológicas. En el período patrístico se pueden distinguir dos escuelas principales de pensamiento: la asiática (Teófilo, Ireneo y Tertuliano), que reafirma la concepción sintética bíblica, y la alejandrina (Clemente Alejandrino, Orígenes y Gregorio de Nisa), que introduce elementos propios del dualismo griego.