La crisis de la Tierra se convierte también en crisis de Dios y crisis de los seres humanos cuando la naturaleza deja de ser manifestación de la divinidad. Si la crisis nos brinda la oportunidad para reflexionar y cambiar, entonces tenemos que analizar las relaciones interreligiosas con respecto a este problema sin precedentes que aflige a nuestro planeta. Todas las tradiciones religiosas tienen que esforzarse en dar una respuesta a esta grave crisis ecológica recurriendo a lo mejor de ellas. La construcción de una ecoteología común entre las diversas religiones podría contribuir a la transformación de la conciencia, las actitudes y la nueva praxis en relación con la Tierra. He aquí una oportunidad para olvidar el pasado y forjar la unidad. Aunque las concepciones de Dios y del ser humano siguen dividiendo a las religiones, no es tan probable que ocurra lo mismo desde la perspectiva de la cuestión del planeta. En efecto, es este asunto el que actualmente puede unir a las religiones, conduciéndolas, así, a un diálogo fecundo sobre las cuestiones de Dios y la humanidad. Mediante el diálogo continuado sobre la naturaleza y el medio ambiente se ampliará el horizonte de nuestra idea sobre los seres humanos, la creación y Dios.
